Hydra
Miembro Maestro

A la hora de clasificar las películas de Andrei Tarkovski, hay que tener en cuenta una cosa muy importante: todas y cada una de las películas que hizo son obras maestras. Con sólo siete largometrajes a sus espaldas, es uno de los mejores estilistas del cine, con un estilo tan único. Como él mismo dijo, siempre que una escena parecía aproximarse a la obra de otro, la modificaba para que conservara su visión original.
1. Nostalgia (1983)

Nostalgia es la más ignorada de las películas de Tarkovski, y quizá injustamente. Fue la primera película que dirigió fuera de su URSS natal, y en ella se asoció con una productora italiana para contar la historia de un escritor ruso que viaja a Italia para investigar sobre un compositor ruso del siglo XVIII que vivió allí antes de regresar a Rusia para suicidarse.
Reflejando quizás el propio distanciamiento de Tarkovski de su país natal, el bien llamado Andrei -interpretado por el gran actor ruso Oleg Yankovsky- añora su ciudad natal, y se siente fuera de lugar entre los frescos del norte de Italia. Incluso rechaza las insinuaciones de su intérprete.
Reflejando quizás el propio distanciamiento de Tarkovski de su país natal, el bien llamado Andrei -interpretado por el gran actor ruso Oleg Yankovsky- añora su ciudad natal, y se siente fuera de lugar entre los frescos del norte de Italia. Incluso rechaza las insinuaciones de su intérprete.

Sin embargo, las cosas empiezan a ponerse más interesantes cuando conoce a un lugareño llamado Domenico -interpretado por Erland Josephson- que intenta sin cesar cruzar un estanque mineral mientras sostiene una vela encendida. Al igual que el posterior personaje de Josephson en El sacrificio, cree que este acto es necesario para salvar el mundo. Lo que Andrei descubre más tarde sobre Domenico es que esconde un gran secreto, lo que conduce a un intrigante interrogatorio sobre la naturaleza de la humanidad.
El final, en el que Andrei intenta cumplir los deseos de su amigo llevando la vela a través de la piscina vacía, es quizá la escena más emblemática de toda la filmografía de Tarkovski. No podemos decir con seguridad lo que significa, pero en el intento de poetizar la futilidad del hombre, nos revela nuestra verdadera naturaleza en toda su gloriosa complejidad.
2. La infancia de Ivan (1962)

La infancia de Iván es la primera película de Tarkovski y, con diferencia, la más coherente desde el punto de vista narrativo. Sin embargo, ya desde su temprana edad se vio florecer en plena forma su maestría en el cine no tradicional. Ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, el personaje titular es un niño huérfano que trabaja para el frente ruso como hombre de reconocimiento.
La historia de sus misiones se intercala con largas secuencias oníricas y flashbacks no lineales que muestran el interés de Tarkovski por contar historias emotivas en lugar de historias dictadas por las reglas habituales del argumento.

No es una película totalmente positiva, pero hay algunos momentos que contienen una gran alegría. Un ejemplo es el intercambio romántico entre Masha y el capitán Kholin, entre árboles desnudos, bellamente captados en nítido blanco y negro, que parecen los más despreocupados de toda la filmografía de Tarkovski.
Sin embargo, en contraste con la crudeza final de la película, parece que Tarkovsky los incluyera para que el final resultara aún más conmovedor. La infancia de Iván, realizada en una época de gran esplendor para el cine soviético de la Segunda Guerra Mundial, que incluía Las grullas vuelan y Balada de un soldado, es el brillante anuncio de Tarkovski al mundo del cine de que había un nuevo autor en la cuadra.
Sin embargo, en contraste con la crudeza final de la película, parece que Tarkovsky los incluyera para que el final resultara aún más conmovedor. La infancia de Iván, realizada en una época de gran esplendor para el cine soviético de la Segunda Guerra Mundial, que incluía Las grullas vuelan y Balada de un soldado, es el brillante anuncio de Tarkovski al mundo del cine de que había un nuevo autor en la cuadra.
3. Sacrificio (1986)

Aunque no se rodó en la misma isla, Faro, donde Ingmar Bergman vivió e hizo la mayoría de sus películas -en realidad se rodó en la cercana isla de Gotland-, Tarkovski recurrió a dos de sus afamados colegas, el director de fotografía Sven Nykvist y el actor Erland Josephson, para hacer una película sobre un tema muy cercano al corazón del director sueco: el hombre que intenta hacer un trato con Dios.
Realizada cuando el director sabía que se moría, es su último testamento al mundo. El protagonista es un antiguo actor de teatro que abandonó su profesión para convertirse en crítico. Le vemos plantar un árbol el día de su cumpleaños, imbuido de la certeza de que ese árbol vivirá mucho después de su muerte. Sin embargo, las celebraciones de su cumpleaños se ven truncadas cuando en la televisión aparece la noticia de que puede haber un holocausto nuclear inminente.

Entonces se le ocurre que la única forma de evitarlo es sacrificar su propia casa; de ahí el título de la película. Tarkovski utiliza muchas de las herramientas que dieron a las películas religiosas de Ingmar Bergman un peso dramático tan grande y las utiliza para sus propios fines, mucho más ambiguos.
Al ver cómo los acontecimientos afectan a un hombre en medio de una posible crisis mundial, y en el proceso conducen a una visión controvertida de cómo el hombre debe relacionarse con Dios, Tarkovski creó una obra maestra ambivalente que sigue estando infravalorada hasta nuestros días.
4. Stalker (1979)

Tres hombres emprenden un viaje a un lugar llamado "La Zona", un lugar que aparentemente satisface todos tus deseos y necesidades más íntimos. El líder es conocido como el "Acechador", y los dos seguidores son un escritor y un profesor.
A medida que se adentran más y más en su camino hacia esta zona, se diseccionan constantemente cuestiones clave de la naturaleza del hombre, sin dar respuestas fáciles. Al igual que en Solaris, el gancho de la ciencia-ficción no se despliega de la manera convencional, sino que se utiliza para celebrar paisajes extraños y raros y para penetrar en la naturaleza de una sociedad extraña y cambiante.

Al igual que aquella película y su misterioso planeta, "La Zona" no es lo que parece, y la Sala final quizá sea incapaz de conceder a la gente lo que desea. Este tema se amplía en las largas conversaciones filosóficas de la película, con los personajes yendo y viniendo constantemente sobre lo que creen que puede ser este lugar. Frustrante para los que esperan que la ciencia-ficción ate todos los cabos sueltos, para los más poéticos es un viaje muy gratificante.
¿Es la Habitación el subconsciente, es la Sociedad Soviética, o es incluso el cielo? Nadie lo sabe realmente. Una vez llegados a este punto, está claro que Stalker es una alegoría, pero el significado depende de la imaginación del espectador. Ningún otro cineasta ha invitado tanto al espectador a participar en el significado de sus películas. Su tono lento y enigmático, acentuado por la duración de sus planos, permite al espectador sumergirse en su mundo y, en el proceso, posiblemente rumiar sus propias vidas.
5. Mirror (1975)

La más autobiográfica de las películas de Tarkovski, y quizá la más difícil, cualquier intento de forzarla en una estructura descifrable sigue siendo inútil. Trata de la memoria y las emociones, y de cómo las estructura nuestro cerebro. En este sentido, Tarkovski estuvo más cerca que nadie de representar realmente cómo la mente humana escoge ciertas imágenes y momentos de nuestras vidas para darles sentido.
La película transcurre en la mente de un hombre de cuarenta años, al que sólo vemos brevemente, pero que también pone voz en off. Alternando entre tres periodos de tiempo, antes de la Segunda Guerra Mundial, durante la guerra y después de la guerra, es un retrato tanto de la nación como del hombre, lo que la convierte en una de las mejores representaciones de la era soviética.

La visión de Tarkovski le permite mantener el interés del público sin tener que forzar las convenciones narrativas habituales. En su lugar, se centra en imágenes sorprendentemente bellas -como la madre, la hierba, el sacrificio de las gallinas y el movimiento de la cámara por el pasillo- para transmitirnos su sensación del tiempo.
6. Solaris (1972)

Aunque a menudo se la considera la respuesta sombría de Tarkovsky a la más ampulosa 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick, en realidad se trata de una falsa equivalencia. Mientras que la película de Kubrick miraba hacia la cuarta dimensión para imaginar algo que existe más allá del hombre, Tarkovsky estaba más interesado en Solaris en la descripción de un hombre y su viaje personal a través del espacio, y cómo eso se cruza con las ideas del dolor y la identidad propia. Son dos películas muy diferentes.
Solaris, que transcurre tanto en la Tierra como en un misterioso planeta con un océano bello y misterioso, aporta una nueva sensibilidad al ámbito de la ciencia ficción. Mientras que otros cineastas podrían haber utilizado el género para iniciar aventuras de altura, Tarkovsky contó una historia deliberadamente lenta para poner en primer plano la vida interior de sus personajes.
Se trata de un psicólogo que acude a una estación espacial para averiguar qué les ha ocurrido a las personas que viajan a bordo, pero el planeta alienígena que rodean crea un duplicado de su difunta esposa, que se suicidó. Parece consciente de sí misma e inteligente, pero no sabe de su propia muerte.

Con este concepto, Tarkovsky indaga realmente en lo que significa estar enamorado de alguien. Aunque utiliza el misterio para impulsar su idea, en realidad no tiene mucho de misterio. Quien busque una resolución fácil, o el contacto con una especie diferente, mejor que se aparte, ya que en sus ritmos lentos Tarkovsky está menos interesado en lo que puede constituir la vida extraterrestre que en lo que puede constituir la vida humana, con mucho la pregunta más difícil.
7. Andrei Rublev (1966)

Andrei Rublev, su obra maestra sin parangón, es a la vez la película más larga de Tarkovski y su experiencia más completa. Ambientada en el siglo XV, es una epopeya religiosa sobre la naturaleza de la fe, el sufrimiento y la relación de la vida con el arte.
Famosa por no mostrar nunca al famoso pintor de iconos trabajando, Andrei Rublev busca en cambio comprender el alma de un artista a través de la forma en que vive su vida. Prohibida inicialmente por la Unión Soviética en el momento de su estreno, ya que su contenido religioso contradecía la propaganda atea soviética, la película, de 205 minutos de duración, es una descripción experta de un país que atraviesa un periodo de intensos cambios.

Desde la primera escena con el globo aerostático hasta las intensas secuencias de batalla, repletas de animales reales asesinados en aras del cine, Andrei Rublev muestra a Tarkovsky en su faceta más expansiva y expresiva. La vida es considerada aquí en todos sus espectros, desde los horrores de la guerra hasta la maravilla de los niños. Pero quizá sea en la secuencia final donde Tarkovski se reivindica como el mejor cineasta de todos los tiempos.