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La prisa de Donald Trump por poner fin a la guerra en Ucrania está abriendo una peligrosa línea de fractura.
El presidente estadounidense ansía un triunfo político rápido para alimentar sus pretensiones al Premio Nobel de la Paz. Pero un final equitativo del conflicto puede desafiar una solución rápida, ya que plantea cuestiones existenciales para Ucrania y la seguridad europea.
Esta tensión se vio exacerbada por la decisión del presidente de excluir a funcionarios de Kyiv y de las potencias europeas de las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia que se celebran este martes en Arabia Saudita.
El destino de su impulso para poner fin a la guerra dependerá en última instancia de si su rápido ritmo puede acomodar los detalles críticos de una paz que permita a Ucrania sobrevivir, asegure las fronteras y la seguridad de Europa y evite recompensar la invasión ilegal de Rusia.
Trump mostró poca preocupación evidente por cualquiera de estos tres objetivos, una de las razones por las que su estrategia es una apuesta.
Pero cada parte en el proceso conlleva graves preocupaciones y una influencia significativa, lo que explica por qué poner fin a la guerra será mucho más difícil que sus promesas fallidas de campaña de forjar la paz en 24 horas.
Trump quiere un acuerdo, quizá cualquier acuerdo:
La guerra parece a menudo una distracción de lo que Trump realmente quiere: la oportunidad de sentarse con Putin, uno de los hombres fuertes mundiales que admira.Aun así, existe la posibilidad de que la urgencia y el poder de Trump, más ese canal con el líder ruso, puedan cambiar la dinámica de esta guerra de desgaste al estilo de la Primera Guerra Mundial.
Trump, por ejemplo, solo está expresando una realidad que muchos funcionarios estadounidenses y europeos han compartido en privado durante meses: que Ucrania ya no puede ganar la guerra y expulsar a Rusia de todo el territorio del que se ha apoderado.
Los subordinados de Trump le alaban sin cesar como el mayor negociador del mundo. Pero sus esfuerzos hasta ahora parecen ingenuos.
Ha concedido algunos de los principales objetivos de Rusia, a menudo parece empatizar con los objetivos de la invasión y se ha vuelto contra los amigos europeos de Estados Unidos que han compartido el coste de apoyar el esfuerzo bélico de Ucrania. Esos son los mismos aliados que, según el secretario de Defensa, Pete Hegseth, deben vigilar solos cualquier paz.
En su movimiento más extraordinario, Trump intentó reclamar la mitad de la riqueza en metales de tierras raras de Ucrania, en una jugada que explotaba la desesperada vulnerabilidad de una nación invadida. El presidente Volodymyr Zelensky rechazó el “trato”.
Trump parece tener poca comprensión de los peligros históricos tanto en Ucrania como, de hecho, en Medio Oriente, dado su plan de desplazar a los palestinos de Gaza para poder construir complejos turísticos de playa.
La visión de Trump de cada crisis geopolítica como un negocio inmobiliario a la espera de ser cerrado sugiere que podría aceptar un acuerdo que permita a Putin mantener toda la tierra que ha robado solo para detener la matanza.
Y existe un gran riesgo de que Putin se la esté jugando. El líder ruso calentó el ambiente antes de las conversaciones con Arabia Saudita regalando a Trump victorias con la liberación de varios prisioneros estadounidenses, incluyendo este lunes a Kalob Byers, de 28 años, que fue detenido por cargos de contrabando de drogas la semana pasada.
Y Trump cree que salió de su llamada con el líder ruso la semana pasada con la promesa de hablar de recortes radicales de armas nucleares. Esta es una de las razones por las que las conversaciones saudíes en las que participan el secretario de Estado, Marco Rubio; y el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz; son tan importantes: deben poner a prueba la seriedad de Rusia y proteger a Trump de interpretaciones demasiado entusiastas de las concesiones rusas.
Hay mucho en juego. Un acuerdo de paz apresurado que fortalezca a Rusia y debilite la seguridad europea al validar el expansionismo de Putin probablemente sembraría las semillas de una futura guerra aún peor.
Al final de la Guerra Fría, el presidente George H. W. Bush gestionó la caída de la Unión Soviética y sus estados satélites en Europa del Este, a veces pasando por encima de los líderes regionales en interés de Occidente y de su propia seguridad. No hay indicios de que Trump sienta la misma afinidad por Europa o su futuro.
¿Puede Ucrania salvarse?
Mientras Trump ansía la gloria política, Zelensky lucha por algo mucho más profundo: la supervivencia de su país, ahora y como futuro Estado soberano viable e independiente. La decisión de Trump de entablar conversaciones con Rusia en Arabia Saudita este martes sin Ucrania hizo temer que su objetivo sea llegar a un acuerdo rápido con Putin que luego impondría a Kyiv.Zelensky advirtió la semana pasada en la Conferencia de Seguridad de Múunich de que “nunca aceptaría acuerdos hechos a nuestras espaldas sin nuestra participación”. Pero si Trump se aleja, Zelensky tendría que decidir si sigue luchando sin las armas y municiones estadounidenses y se apoya en la menor pegada de Europa.
Zelensky entiende que no puede contar con el apoyo de Estados Unidos con Trump en la Casa Blanca y dijo la semana pasada que era hora de formar unas fuerzas armadas europeas porque “se acabaron los viejos tiempos en los que Estados Unidos apoyaba a Europa solo porque siempre lo había hecho”.
Trump ha dado pocas señales de tener en cuenta los intereses de Ucrania. La semana pasada, por ejemplo, se hizo eco de una de las justificaciones de Putin para la guerra, diciendo que las aspiraciones de Ucrania en la OTAN ayudaron a desencadenar la invasión de Rusia.
Esta nueva empatía de EE.UU. con el invasor, más que con la parte invadida, es la razón por la que la participación de Europa en las conversaciones de paz es necesaria para igualar las condiciones. Pero Trump ya está mirando más allá de Zelensky, que fue el destinatario de la llamada telefónica que provocó la primera destitución de Trump en su primer mandato. La semana pasada dijo que Ucrania necesita elecciones “en algún momento” después de un acuerdo de paz y señaló con ironía que los números de Zelensky en las encuestas “no eran muy buenos”. Este es otro tema de conversación ruso que Trump ha recogido; aunque la idea de que Putin, que sostiene su largo Gobierno con elecciones simuladas, tenga alguna credibilidad al hablar de elecciones es absurda.
Rusia está disfrutando de la repentina apertura:
Trump dijo el domingo que está convencido, tras su llamada telefónica con Putin, de que el líder ruso quiere poner fin a la guerra. “Creo que quiere dejar de luchar. Así lo veo. Hablamos largo y tendido”, dijo el presidente estadounidense.Pero estratégicamente, Putin puede tener razones para seguir luchando. A pesar de las terribles pérdidas, sus fuerzas están progresando a pasos agigantados en el sangriento campo de batalla.
El presidente ruso ya ha logrado algunos de sus objetivos antes de sentarse con Trump. El presidente estadounidense ha hecho añicos la condición de paria de Putin en Occidente al hablar con entusiasmo de la posibilidad de celebrar cumbres tanto en Estados Unidos como en Rusia. Y al descartar una vía de adhesión a la OTAN para Ucrania y el despliegue de tropas estadounidenses para mantener una eventual paz, la administración Trump ha renunciado a posibles fuentes clave de influencia.
Puede que Putin haya fracasado en su intento de capturar toda Ucrania, tomar Kyiv y sustituir a Zelensky por un líder pro-Moscú. Pero se ha hecho con una gran porción de territorio en el sureste que puede utilizar para proteger Crimea y que ofrece una larga línea de costa a lo largo de la costa estratégicamente vital del mar Negro.
Rusia debe calcular ahora si la posible recompensa de ofrecer a Trump una gran victoria con un acuerdo de paz compensará los beneficios de seguir luchando. El levantamiento de las sanciones estadounidenses y europeas, por ejemplo, liberaría la economía rusa, y Trump ya está exigiendo que Putin sea readmitido en el Grupo de los Ocho países industrializados.
La mayoría de los escenarios para poner fin a la guerra contemplan una frontera dura entre el este y el oeste de Ucrania, que recuerda a la Alemania Oriental y la Alemania Occidental comunistas surgidas de la Segunda Guerra Mundial.
La historia sugiere que Putin utilizaría ese territorio para reabastecer sus fuerzas armadas de cara a una posible reanudación futura de las hostilidades o para desestabilizar el resto de Ucrania con la esperanza de conseguir finalmente un Gobierno simpatizante en Kyiv.
Durante mucho tiempo ha considerado que podría esperar a Occidente en Ucrania. Ahora parece probable que su apuesta le salga bien, ya que pretende reconstituir el histórico imperio ruso y la esfera de influencia regional de Moscú.
Putin está jugando a un juego mucho más largo que el presidente de Estados Unidos, que está desesperado por un acuerdo rápido.
Europa lucha por encontrar un papel en su propio patio trasero.
Europa lucha por encontrar un papel en su propio patio trasero:
Hasta hace unas semanas, algunos diplomáticos europeos y formadores de opinión en política exterior sugerían que la alarma por la reelección de Trump era exagerada, y que la volatilidad del nuevo presidente podría manejarse.Así que la hostilidad de Hegseth y del vicepresidente J. D. Vance en Europa la semana pasada fue un duro despertar. Como lo fue que Trump rompiera la unidad occidental sobre Ucrania al enviar a su equipo a discutir la paz con el equipo de Putin antes de consultar a Europa.
En retrospectiva, es desconcertante por qué los gobiernos europeos se sorprendieron tanto. Trump solo está haciendo lo que dijo que haría en campaña. Su interpretación errónea del presidente estadounidense llevó al bochornoso espectáculo de que los principales líderes se apresuraran a acudir a París para mantener conversaciones de emergencia este lunes con el fin de resolver cómo responder al hecho de haber quedado fuera de juego.
El desenlace de la guerra ucraniana es casi tan vital para Europa como para Ucrania. Un acuerdo de paz que refuerce a Rusia dejaría al continente ante un enemigo envalentonado, justo cuando Estados Unidos amenaza con abandonar 80 años de garantías de seguridad a sus aliados.
Las fuerzas armadas europeas, gravemente mermadas tras años de recortes presupuestarios, hacen dudar de que puedan mantener una fuerza de paz significativa en Ucrania tras cualquier acuerdo.
Y las nuevas promesas de aumento del gasto en defensa podrían tardar años en colmar las lagunas y supondrán una pesada carga política que requerirá recortes en el gasto social.
Pero el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, advirtió tras las conversaciones de París de este lunes que Europa se enfrentaba a un “momento único en una generación”. En otra señal de que los europeos intentan ponerse las pilas, Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, escribió en X que Ucrania merece “la paz a través de la fuerza”, haciéndose eco de la nueva palabra de moda de Trump para su política exterior “Estados Unidos primero”.
Starmer ofreció enviar tropas británicas para ayudar a supervisar cualquier acuerdo de paz en Ucrania como parte de una fuerza internacional, pero con una advertencia importante: de que haya un “respaldo” de Estados Unidos, ya que tal garantía sería la única manera de evitar que Rusia invada Ucrania de nuevo.
Su comentario demostró que los líderes europeos entienden que estarían exponiendo a sus tropas sin el apoyo de Estados Unidos y podrían arriesgarse a entrar ellos mismos en una guerra con Rusia.
Starmer, que tiene previsto reunirse con Trump en Washington la próxima semana, se ofrece como puente entre las potencias europeas y el presidente estadounidense, al tiempo que trata de reparar el peso global de Gran Bretaña, que ha menguado desde que abandonó la Unión Europea.
Solo hay dos problemas: Trump no parece interesado en un puente. Y hay pocos indicios de que realmente le importe lo que piensen los europeos.
Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2025/02/18/eeuu/analisis-prisas-trump-pactar-putin-ucrania-trax
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