Todas las 11 películas de Christopher Nolan ordenadas del peor al mejor

Hydra

Miembro Maestro
Podría decirse que no hay ningún nombre en el mundo del cine que genere tanta expectación y reacciones tan polarizadas como Christopher Nolan. En una industria en la que todos los demás autores parecen haber sido encasillados indefinidamente en plataformas de streaming, el londinense es lo más parecido a una superestrella que nos queda. Forma parte de una especie en extinción de cineastas que pueden exigir presupuestos gigantescos y plena libertad creativa a cualquier estudio y salirse con la suya.​

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Al operar en esa línea difusa entre la comercialidad convencional y el auteurismo de alto concepto, se ha ganado un lugar como uno de los directores más importantes de nuestro tiempo. Lo amemos o lo odiemos, nadie resume mejor que Nolan los gustos cinematográficos de la generación del milenio y la generación Z. En una era impulsada por las franquicias establecidas y la crítica en línea, el londinense ha estado a la altura de las circunstancias con la tormenta perfecta de películas bastante accesibles pero que invitan a la reflexión, hechas a medida para el consumo masivo.

No tiene rival a la hora de crear conceptos brillantes e ingeniosos, aunque a menudo le cueste darles forma. Sus críticos más acérrimos señalan sus personajes de papel mojado y su vanidad engreída como su talón de Aquiles que le separa del panteón de los directores legendarios. El público ocasional y los ingresos de taquilla discreparían, ya que, al fin y al cabo, cada una de sus películas es un acontecimiento en sí misma.​



En vísperas del anuncio de su próximo proyecto -una película biográfica de Oppenheimer prevista para 2023-, qué mejor momento que éste para echar la vista atrás y dictar sentencia sobre cada una de sus once películas hasta la fecha.​

11. Tenet (2020)
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Nolan siempre ha sido, ante todo, un director conceptual. Desde sus inicios, la caracterización ha pasado a un segundo plano frente a sus intrincados rompecabezas argumentales. En la mayoría de los casos, sin embargo, sigue existiendo un núcleo emocional que mantiene unidas sus películas y, hasta cierto punto, hace que sea más fácil digerir su excesiva inclinación por la información árida.

Lamentablemente, no es el caso de Tenet. En su última alucinación, Nolan parece estar en una carrera consigo mismo para demostrar que puede meter tantas cosas como siempre, con su trama más impenetrable hasta la fecha. Desde palíndromos y física invertida hasta una trama de espionaje poco inspirada al estilo Bond, la película es deliberadamente abultada y obtusa, casi como para reafirmar su propia inteligencia. Las debilidades de Nolan nunca han sido tan evidentes como en su último esfuerzo: casi da la sensación de que pensó primero en los grandes decorados y luego trató de construir una historia a su alrededor. Está tan poco interesado en sus personajes que ni siquiera se molesta en nombrarlos y la mitad de los diálogos son inaudibles.

Al final de la película, Tenet está tan alejado a nivel emocional que, por muy grande que parezca lo que está en juego, es difícil que te importe nada de lo que ocurre en la pantalla.​



10. The Dark Knight Rises (2012)
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No nos andemos con rodeos: The Dark Knight Rises ha envejecido como la leche y, sencillamente, ya no se sostiene por sí sola. En 2012, con las expectativas por las nubes, Christopher Nolan se enfrentaba posiblemente a su mayor reto: estar a la altura de un monstruo cultural como El caballero oscuro y ofrecer una conclusión satisfactoria a la saga de superhéroes más influyente desde el Spider-Man de Sam Raimi. La suerte quiso que ambas trilogías sufrieran un destino similar. Narrativas sobrecargadas y un exceso de villanos son algunos de los muchos problemas subyacentes a sus respectivas (y dolorosamente mediocres) entregas finales.

En el caso de esta película, el papel de Bane interpretado por Tom Hardy no tiene ni pies ni cabeza, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata del icónico Joker de Heath Ledger. Pero es la aparente incompetencia de Nolan a la hora de rematar la faena lo que más la perjudica. Nos quedamos con una abultada vuelta triunfal de tres horas llena de desconcertantes incoherencias y subtramas metidas con calzador que no llegan a nada, y que nunca llegan a justificar su propia pomposidad. Si hay algo que aprender de este fracaso épico es que más grande no significa necesariamente mejor.​



9. Insomnia (2002)
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Si hay una película en la obra de Nolan que ha caído en desgracia incluso entre sus seguidores más acérrimos, ésa es Insomnia. Hay algunas razones -algunas más justificadas que otras- por las que ha sido barrida bajo la alfombra y tachada de obra "menor". Para empezar, este remake de una película noruega de 1997 del mismo nombre no mejora en absoluto su material original. En conjunto, también es la que más se aleja del estilo característico de Nolan, más cercano a lo que harían David Fincher o Michael Mann. La película hace uso de uno de los pilares narrativos de Nolan -la narración no lineal- para amplificar la atmósfera de niebla y la carga mental de nuestro insomne protagonista. Pero, especialmente cuando se compara con algunos de sus thrillers posteriores de alto voltaje, Insomnia puede parecer un poco insulsa, una película con mucha acumulación que no acaba de dar el pego.

En cuanto a los aspectos positivos de esta película, Insomnia se beneficia de su pequeña escala y de su presupuesto limitado. Como hemos visto en muchas ocasiones a lo largo de su carrera, Nolan tiende a dejarse llevar cuando le dan un cheque en blanco para hacer exactamente lo que quiere (por ejemplo, en las dos entradas anteriores de esta lista). En general, Insomnia es un asunto sólido (aunque un poco inocuo) que probablemente ha recibido una excesiva mala reputación entre los fans.​




8. Following (1998)
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Uno de los valores infravalorados de volver a ver los primeros trabajos de los grandes directores es lo gratificante que puede resultar observar la evolución gradual y los avances artísticos que realizan a lo largo de los años. El debut en la dirección de Christopher Nolan no es una excepción. La película narra la historia de un joven escritor demasiado curioso para su propio bien que se cruza con un delincuente de poca monta y se ve envuelto en una trama criminal.

En el momento de su estreno, Nolan ya había recorrido un largo camino hasta convertirse en el cineasta que es hoy en día. Sin embargo, Following nos ofrece un atisbo de muchos motivos que con el tiempo se convertirían en marcas registradas de su carrera, como una estructura no lineal, giros argumentales ingeniosos y personajes femeninos poco cocinados. Al tratarse de un esfuerzo amateur realizado con un presupuesto muy reducido (6.000 dólares), esta película puede resultar tosca si se decide juzgarla sin el contexto adecuado. Es cierto que las habilidades narrativas de Nolan necesitarían pulirse un poco, pero en conjunto ha creado un debut aceptable que sirve de trampolín para cosas mejores que están por venir.

En general, merece la pena verla para cualquier completista que quiera ver a Nolan dar sus primeros pasos hacia el estrellato.​




7. Dunkirk (2017)

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En los últimos años, hemos asistido a una tendencia creciente de grandes directores que salen de su zona de confort y ponen a prueba sus limitaciones. Su apuesta más segura para hacerse con algún galardón en la temporada de premios ha sido, con diferencia, el cine bélico de época. Desde Mel Gibson hasta Sam Mendes más recientemente, hemos tenido un montón de autores probando suerte en este subgénero sobresaturado que la cúpula de Hollywood parece devorar. Nolan, que a estas alturas de su carrera temía ser encasillado para siempre como director de justicieros vestidos de lycra, decidió seguir los pasos de Spielberg y hacer su propia epopeya de la Segunda Guerra Mundial.

Al igual que la película de Mendes de 1917, Dunkerque se comercializó en el momento de su estreno como una maravilla visual sin precedentes, una experiencia única a la que sólo se podía hacer justicia viéndola en la pantalla IMAX más grande. No se puede negar que la película tiene un tamaño y un alcance monumentales, y a nivel puramente técnico se podría argumentar que Nolan aún no ha vuelto a alcanzar las mismas cotas. Pero a fin de cuentas, Dunkerque no es más que un ejercicio de estilo, bastante impresionante por cierto, que en última instancia no aporta ningún tipo de introspección significativa o moraleja.



6. Interstellar (2014)
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Christopher Nolan se convierte en una supernova, canalizando el Kubrick que lleva dentro y creando su propia versión de 2001. Pero mientras que la primera sigue siendo aclamada como el estándar de oro de la narración visual, que no se basa en el diálogo sino en las imágenes para transmitir emociones y temas, Interstellar llega con un bagaje lleno de banderas rojas en ese sentido. Nolan apunta alto con su odisea de ciencia ficción cerebral, pero sólo puede hacerlo sacando a relucir sus peores tendencias en el proceso. Todos los agujeros argumentales de Interstellar han sido analizados hasta la saciedad, pero podría decirse que el mayor pecado de todos es el exagerado sentido de la autoimportancia del que hace gala la película en todo momento.

Para ser una película que basa gran parte de su premisa en un eslogan cursi, "el amor trasciende el tiempo y el espacio", transmite un enfoque petulante y casi despiadado, mucho más preocupado por apresurarse a cumplir las viñetas de la historia que por cualquier otra cosa. Lo que nos lleva de nuevo a la problemática forma de Nolan de ofrecer información y a su incapacidad para mostrar y no contar. Casi todas las líneas de diálogo de la película son tan áridas como un manual de montaje, totalmente dedicadas a alimentar al público con explicaciones sobrecargadas de los chanchullos de la física cuántica en juego.

Y a pesar de todos sus defectos, la sólida interpretación de Matthew McConaughey y la épica banda sonora de Hans Zimmer están muy cerca de redimir por sí solas toda la película. A día de hoy, Interstellar sigue siendo un éxito de taquilla profundamente imperfecto (y entretenido) que sirve como ejemplo de libro de texto de las mayores fortalezas y debilidades de Nolan como director.​



5. Batman Begins (2005)

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Con el panorama actual de desvergonzada especulación corporativa, interminable construcción de universos y secuelas reacias al riesgo, es fácil dar por sentado lo innovadora que fue esta película en 2005. Mucho antes del oscuro reinado de Kevin Feige como cabecilla del mayor monopolio de la cultura pop hasta la fecha, Christopher Nolan revitalizó por completo -y en cierto modo legitimó- lo que hasta entonces era un género mal visto como las adaptaciones de cómics.

Los fans llevaban décadas clamando por una interpretación cinematográfica digna de su cruzado con capa favorito. Warner Bros decidió rehacer por completo la propiedad tras su fracaso a finales de los 90. Christopher Nolan, a quien hay que reconocer el mérito de haber puesto por fin algo de garra y fuerza en su versión neo-noir de Gotham. Como historia de origen, Batman Begins sienta perfectamente las bases para el resto de la trilogía, dándole un tratamiento mucho más aterrizado y sombrío en comparación con la campechanía pulposa de Tim Burton y Joel Schumacher.

En retrospectiva, esta película preparó el terreno para una oleada de películas de superhéroes que, la mayoría de las veces, han mostrado una insoportable necesidad de reafirmar su propia seriedad (te miro a ti, Snyder). Mientras tanto, Batman Begins se siente mucho más cómodo en su propia piel que cualquiera de los imitadores que le siguieron.​



4. The Prestige (2006)
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Si alguna vez ha habido una película hecha a medida para un público que ha crecido con los foros de IMDb y los vídeos de reacciones de YouTube, ésa es El prestigio. Repleta de huevos de pascua, presagios ingeniosos y un astuto giro argumental que te golpea como un tren de mercancías, podría decirse que ninguna película de Nolan ha merecido tantos visionados repetidos y debates en profundidad como ésta. Mientras que en el pasado se esforzaba por mantener a raya al espectador, aquí Nolan no se anda con rodeos y retiene información con maestría para conseguir el máximo suspense.

El Prestigio demostró muchas cosas. En primer lugar, que Memento y Batman Begins no fueron una casualidad en absoluto y que Nolan estaba aquí para quedarse: si esas dos películas marcaron su llegada, ésta le consagró oficialmente como uno de los productos más atractivos de todo Hollywood. En segundo lugar, y lo que es más importante, demostró que en los tiempos que corren, un final puede hacer o deshacer una película. El gran auge de las películas "alucinantes" puede atribuirse al éxito de películas como El prestigio. Sirvió como llamada de atención a todos los productores y creadores de que se puede dominar la conversación introduciendo un giro memorable y subversivo al final de la historia. Nolan seguramente aprendió la lección y redobló la apuesta con un clímax aún más intrigante en Inception, en lo que parecía un final deliberadamente concebido para desencadenar debates en Internet.​



3. Inception (2010)
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Con toda probabilidad, Inception es y seguirá siendo la película definitiva de Christopher Nolan. Llegó en el momento perfecto de su carrera, recién estrenada Dark Knight, cuando la reputación pública de Nolan estaba en lo más alto. También es el producto de un cineasta en pleno dominio de su oficio y una destilación de todos los temas que había ido cultivando a lo largo de su carrera. Si hay un motivo recurrente en la obra de Nolan es su fijación con el tiempo, algo que juega un gran papel en algunos de sus mayores éxitos como Interstellar o Tenet y que aquí vuelve a cobrar protagonismo.

Es difícil comprender realmente la conmoción cultural que Nolan provocó con esta película. Todo se reduce a la misma fórmula ganadora que le ha proporcionado el reconocimiento instantáneo y la aclamación de la crítica a lo largo de su carrera. Inception es esa rara especie de película infinitamente más accesible que el cine de arte y ensayo, pero también mucho más sofisticada que el típico éxito de taquilla veraniego. Obtiene lo mejor de ambos mundos, desde unos altos valores de producción y un reparto de estrellas hasta un director hábil que funciona a las mil maravillas. Como resultado, puede ser disfrutada a un nivel superficial por los espectadores ocasionales, mientras que también es lo suficientemente compleja como para soportar el escrutinio de los cinéfilos más exigentes.

Por supuesto, todo esto no impide que Nolan se entregue a algunos de sus peores hábitos, como tratar a los personajes como recipientes vacíos para la trama y desgranar la logística de la película en largos y farragosos monólogos. Sin embargo, el mero valor de entretenimiento de la película hace que sea fácil pasar por alto cualquier queja que se pueda tener.​



2. The Dark Knight (2008)
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Cuando se escribe sobre uno de los medios de comunicación -por no hablar de las películas- más masticados y escudriñados de los últimos veinte años, cualquier intento de aportar algo nuevo al discurso corre el riesgo de caer en saco roto. ¿Queda realmente algo que debatir sobre este monstruo que ha marcado una época?

Algo que se puede decir de ''El caballero oscuro'' es que ha hecho exactamente lo que cualquier secuela que se precie debería hacer: insuflar nueva vida a la saga subiendo las apuestas y mejorando el original en todos los aspectos. La película es perfectamente capaz de valerse por sí misma y triunfa precisamente en lo que The Dark Knight Rises se quedaría corta más tarde: basarse en los temas de su predecesora sin simplemente subirse a su carro. Al igual que la segunda película de Spider-Man de Raimi, transmite un mensaje importante: asumir el manto del héroe no es un privilegio, sino una carga que conlleva un alto precio, pero es precisamente ese sacrificio desinteresado lo que define la grandeza.

No sería exagerado decir que se trata de una de las superproducciones con mejor ritmo de los últimos tiempos. Aunque dura poco más de dos horas y media, la historia no decae en ningún momento y sigue desarrollándose a un ritmo asombroso. ¿Es una película perfecta, o lo mejor desde El Padrino, como a menudo se dice? Desde luego que no. Pero es Christopher Nolan en la cima de sus poderes, operando a un nivel de confianza insano que aún no le hemos visto conseguir de nuevo.​



1. Memento (2000)
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Nos encontramos con la obra maestra de Nolan, la película en la que encontró la unión perfecta entre sus personajes y sus ambiciosos conceptos. Memento hace uso de uno de los tropos abiertamente familiares del director -una esposa fallecida- poniéndonos en la piel de un hombre que intenta localizar al criminal que violó y mató a la suya. ¿El problema? Que tiene que hacerlo mientras está aquejado de un trastorno de pérdida de memoria a corto plazo que le hace incapaz de retener nuevos recuerdos. En lo que respecta a los rompecabezas de Nolan, éste nunca pierde de vista la espina dorsal emocional que lo mantiene unido: puedes despojarte de su giro asombroso y de su estructura laberíntica y aún así quedarte con una historia convincente sobre un hombre roto que se reconcilia con su pasado.

En este caso, la narrativa no lineal no es sólo un truco barato, sino el rasgo definitorio de toda la película. Mientras que muchos de los enigmas de Nolan tienden a prolongarse más de la cuenta y a morder más de lo que pueden masticar, Memento nunca pierde el paso y se mantiene incluso en visionados repetidos, algo que desde luego no puede decirse de Interstellar o Tenet. Más de veinte años después, se siente igual de fresca -mucho más que cualquiera de sus thrillers de la última época-, sobre todo porque tiene una sensación de escala autónoma y se mantiene centrada en todo momento.

Uno sólo puede preguntarse qué habría sido de Nolan si hubiera tomado otro rumbo en su carrera, porque a pesar de todos los grandilocuentes decorados y brillantes espectáculos que siguieron, Memento sigue siendo su joya de la corona.​




¿Cuál es tu película favorita de Nolan? :pepepopcorn:
 
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