Hydra
Miembro Maestro
Para llorar la muerte de los aristócratas, los ngaju de Borneo celebraban un ritual sagrado que comenzaba al atardecer con la atadura de un esclavo a un poste, se prolongaba toda la noche bailando y apuñalando a la víctima, y culminaba con el desplome del esclavo en un charco de su propia sangre al amanecer.
Etnia indígena de Borneo del grupo Dayak
En otras partes del mundo, los métodos de sacrificio humano incluían el apaleamiento, el ahogamiento, el estrangulamiento, la quema, la decapitación, el enterramiento e incluso la utilización como rodillos para botar una canoa recién construida. ¿Cómo algo tan costoso como el sacrificio humano pudo ser tan común en las sociedades primitivas? ¿Y por qué estos rituales tenían que ser tan dramáticos y sangrientos?
Como parte de la religión africana Vudú, decenas de esclavos, criminales y prisioneros de guerra eran decapitados en agradecimiento a los espíritus de los ancestros. A pesar de la brutalidad con que lo hacían, la asistencia a esta ceremonia conocida como Xwetanu -cuya traducción es “negocio anual de cabezas”.
Xipe Tótec, Dios de la cosecha en la mitología Azteca, estaba asociado con la piel humana.
Los druidas creían que asesinar a criminales satisfacía mucho más a los dioses de la mitología celta. Uno de los más escalofriantes consistía en edificar una estructura de forma humana, hecha con palos. En ella enjaulaban a decenas de personas, hacinadas, para ser quemadas vivas. A esto se le conoce como el hombre de mimbre.
Los adoradores incendiaban el interior de la escultura y, mediante unas cadenas, suspendían a los bebés hasta introducirlos en la boca de la deidad. Los recién nacidos, considerados como seres impregnados de materia, se calcinaban en su vientre para purificar el alma de los hombres. A este ritual atroz se le conocía como “molk”.
Antropólogos e historiadores han propuesto la "hipótesis del control social" de los sacrificios humanos. Según esta teoría, los ritos de sacrificio cumplían una función para las élites sociales. Las élites sociales utilizaban los sacrificios humanos para exhibir su poder divino, justificar su estatus y aterrorizar a las clases inferiores para que les obedecieran y subordinaran. En última instancia, el sacrificio humano podría utilizarse como herramienta para ayudar a construir y mantener sistemas de desigualdad social.
La desigualdad social hereditaria fue la primera forma de complejidad social que surgió en la historia de la humanidad, y dio origen a las jefaturas, los reinos y los estados políticos. Al ayudar a construir y mantener la desigualdad social, los sacrificios humanos podrían habernos ayudado a establecer el tipo de sociedades modernas en las que vivimos hoy en día. Una línea de apoyo a esta teoría se encuentra en el registro arqueológico del suroeste de Norteamérica, donde se han hallado restos de individuos sacrificados ritualmente en las mismas regiones que los restos de las primeras sociedades jerarquizadas. Sin embargo, hasta ahora esta idea no se había puesto a prueba de forma rigurosa.
Hemos puesto a prueba la hipótesis del control social utilizando una muestra de 93 culturas de habla austronesia, y hemos publicado nuestros resultados en Nature.
La familia de culturas austronesias se originó en Taiwán, desarrolló las canoas con balancín y fue una de las más grandes viajeras oceánicas de la historia de la humanidad. Miles de años antes de las sagas vikingas, los austronesios habían iniciado su gran expansión, navegando hacia el oeste hasta Madagascar, hacia el este hasta la isla de Pascua y hacia el sur hasta Aotearoa, un área total que abarca más de la mitad de la longitud del mundo.
La desigualdad social hereditaria fue la primera forma de complejidad social que surgió en la historia de la humanidad, y dio origen a las jefaturas, los reinos y los estados políticos. Al ayudar a construir y mantener la desigualdad social, los sacrificios humanos podrían habernos ayudado a establecer el tipo de sociedades modernas en las que vivimos hoy en día. Una línea de apoyo a esta teoría se encuentra en el registro arqueológico del suroeste de Norteamérica, donde se han hallado restos de individuos sacrificados ritualmente en las mismas regiones que los restos de las primeras sociedades jerarquizadas. Sin embargo, hasta ahora esta idea no se había puesto a prueba de forma rigurosa.
Hemos puesto a prueba la hipótesis del control social utilizando una muestra de 93 culturas de habla austronesia, y hemos publicado nuestros resultados en Nature.
La familia de culturas austronesias se originó en Taiwán, desarrolló las canoas con balancín y fue una de las más grandes viajeras oceánicas de la historia de la humanidad. Miles de años antes de las sagas vikingas, los austronesios habían iniciado su gran expansión, navegando hacia el oeste hasta Madagascar, hacia el este hasta la isla de Pascua y hacia el sur hasta Aotearoa, un área total que abarca más de la mitad de la longitud del mundo.
En las primeras culturas austronesias, los sacrificios humanos eran necesarios para una amplia gama de acontecimientos, como enterrar a un jefe importante, prepararse para la guerra, construir una nueva canoa, apaciguar a los dioses o simplemente esperar una temporada de abundantes cosechas. Las víctimas solían ser de baja condición social y los perpetradores pertenecían a la élite social. Aunque eran los dioses quienes exigían el sacrificio humano ritual, a menudo eran los jefes y sacerdotes quienes elegían convenientemente a las víctimas.
Recopilando datos sobre las culturas austronesias a partir de los registros históricos de los primeros exploradores, misioneros y antropólogos, creamos la base de datos Pulotu de religiones del Pacífico. Como parte de esta base de datos, identificamos si las culturas austronesias tradicionales practicaban sacrificios humanos y el alcance de la desigualdad social heredada dentro de las sociedades (la desigualdad social incluía aspectos como castas de esclavos hereditarias y linajes gobernantes).
Recopilando datos sobre las culturas austronesias a partir de los registros históricos de los primeros exploradores, misioneros y antropólogos, creamos la base de datos Pulotu de religiones del Pacífico. Como parte de esta base de datos, identificamos si las culturas austronesias tradicionales practicaban sacrificios humanos y el alcance de la desigualdad social heredada dentro de las sociedades (la desigualdad social incluía aspectos como castas de esclavos hereditarias y linajes gobernantes).
El sacrificio humano era sorprendentemente común. Se daba en casi la mitad de las culturas estudiadas (43%). Mientras que era relativamente escaso en las sociedades igualitarias, el sacrificio humano se practicaba en la mayoría de las culturas con sistemas de clases estrictamente hereditarios. Esto sugiere que existe una relación entre la desigualdad social y el sacrificio humano, pero no nos dice si el sacrificio humano conduce a la desigualdad social o viceversa.
Utilizando un árbol genealógico basado en el lenguaje y métodos estadísticos desarrollados por biólogos evolutivos, pudimos modelar cómo evolucionaron el sacrificio humano y la desigualdad social en la prehistoria de Austronesia. Estos métodos filogenéticos nos permitieron apuntar a la causalidad modelando el orden en que tendieron a surgir el sacrificio humano y la desigualdad social, así como los efectos que tuvieron el uno sobre el otro. Encontramos un fuerte apoyo a la hipótesis del control social: el sacrificio humano ayudó a construir sistemas de clases estrictamente hereditarios e impidió que las culturas se volvieran más igualitarias.
El solapamiento de la autoridad religiosa y política permitió que las élites sociales utilizaran el sacrificio humano ritual para construir y mantener la desigualdad social. En las culturas austronesias, los conocimientos religiosos especializados, como la forma de realizar oraciones elaboradas o rituales mágicos, podían transmitirse a través de linajes familiares de élite. En muchos casos, estas familias afirmaban ser favorecidas por los dioses o descender de ellos. La superioridad religiosa se utilizaba para justificar el estatus social y, a menudo, los jefes y los sacerdotes eran la misma persona o procedían del mismo linaje.
Utilizando un árbol genealógico basado en el lenguaje y métodos estadísticos desarrollados por biólogos evolutivos, pudimos modelar cómo evolucionaron el sacrificio humano y la desigualdad social en la prehistoria de Austronesia. Estos métodos filogenéticos nos permitieron apuntar a la causalidad modelando el orden en que tendieron a surgir el sacrificio humano y la desigualdad social, así como los efectos que tuvieron el uno sobre el otro. Encontramos un fuerte apoyo a la hipótesis del control social: el sacrificio humano ayudó a construir sistemas de clases estrictamente hereditarios e impidió que las culturas se volvieran más igualitarias.
El solapamiento de la autoridad religiosa y política permitió que las élites sociales utilizaran el sacrificio humano ritual para construir y mantener la desigualdad social. En las culturas austronesias, los conocimientos religiosos especializados, como la forma de realizar oraciones elaboradas o rituales mágicos, podían transmitirse a través de linajes familiares de élite. En muchos casos, estas familias afirmaban ser favorecidas por los dioses o descender de ellos. La superioridad religiosa se utilizaba para justificar el estatus social y, a menudo, los jefes y los sacerdotes eran la misma persona o procedían del mismo linaje.
Son innumerables las formas en que las creencias y prácticas religiosas favorecían a los que mandaban. Por ejemplo, los bughotu de las Islas Salomón creían que los dioses exigían sacrificios de alimentos, pero para que la comida llegara a los dioses primero tenía que comerla el sumo sacerdote. También sabemos por descripciones etnográficas que quienes no gozaban del favor de las élites sociales tenían la costumbre de ser sacrificados. Esto pone de relieve cómo las élites sociales podían utilizar los sacrificios humanos rituales para eliminar a los disidentes, infundir miedo y justificar la autoridad en las primeras sociedades austronesias.
A pesar de ser escasos en la actualidad, los sacrificios humanos rituales se realizaban en las primeras sociedades humanas de todo el mundo.
Durante la Primera Dinastía del antiguo Egipto, las tumbas de los faraones iban acompañadas de "criados" o sacrificios humanos que, según se creía, proporcionaban asistencia en la otra vida. En Europa, se encuentran cuerpos mutilados enterrados en fosas de turba, algunos de hasta 8.000 años de antigüedad, acompañados de parafernalia religiosa como crisoles, ídolos y plantas sagradas. Los sumos sacerdotes aztecas extraían los corazones latientes de las víctimas delante de dignatarios visitantes de comunidades competidoras. A menudo, las víctimas eran a su vez cautivos de una de las comunidades competidoras, y los dignatarios regresaban a casa temblando de miedo.
La religión es a menudo infalsificable y puede expresar caprichos demasiado humanos. Cuando la verdad religiosa se pone en manos de una élite social poderosa, la religión puede convertirse en una herramienta para nada más noble que construir y mantener el control social. El uso generalizado de sacrificios humanos rituales es la forma más vívida y sangrienta de ejercer ese control.
